Liz Baila sigue hablando sobre las bendiciones que ha recibido por parte de Dios. Hace poco compartió un testimonio sobre su embarazo, al que considera un verdadero milagro.
En un video, donde se le puede ver en el altar de una iglesia, habló sobre desafíos que enfrentó para concebir y la manera en que su espiritualidad la ayudó a aceptar su destino.
Un milagro esperado por años
Liz reveló que durante años utilizó anticonceptivos y que, a sus 30 años, nunca había obtenido un resultado positivo en una prueba de embarazo natural. Cuando decidió regularizar su salud reproductiva con su doctora, le informaron que tenía quistes en sus trompas de Falopio, lo que la llevó a temer que nunca podría ser madre.
“Por un momento pensé que a lo mejor yo no iba a poder tener hijos. En julio, llorando, tuve que hacer las paces con Dios y aceptar su voluntad como fuera. Le dije que no me iba a amargar si no podía engendrar un hijo de mi vientre, que seguiría gozosa sirviéndole”, compartió Liz.
Para su sorpresa, en agosto quedó embarazada y fue su esposo quien primero le hizo sospecharlo. “Él me dijo: 'Liz, estás embarazada'. Yo no me lo podía creer, así que compré tres pruebas en la farmacia para estar segura y, además, me hice una de sangre. En efecto, Dios decidió darme esta bendición”, confesó.
También destacó que su fe la ayudó a mantenerse firme en su camino, creyendo que Dios tenía un plan para ella.
“El Señor es tan bueno que perdonó mis fallas y mi pasado. Me regaló este hermoso bebé que llevo en mi vientre sin merecerlo y me concedió un varón, como también se lo pedí”, expresó con gratitud.
Un mensaje de esperanza para otras mujeres
Conmovida por su experiencia, Liz quiso enviar un mensaje de esperanza a otras mujeres y familias que desean concebir de forma natural. “Tenemos que buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. Su veredicto, ya sea un sí o un no a nuestra petición, siempre será lo mejor para nuestra vida. Hay que aceptar su voluntad sin perder el gozo”.
Finalizó su testimonio reafirmando su fe y recordando que la mayor bendición no es solo lo que Dios da, sino su amor incondicional.
“Él es bueno y quiere que dependamos de Él, no de sus bendiciones. Cristo, su paz y su amor son el mayor premio; todo lo demás viene por añadidura”, dijo.